La noche llegó de nuevo, naturalmente.
Con ella, el frío.
Con él, la soledad.
La única luz en mi camino durante estos últimos meses, ha sido la del alumbrado público.
Mi único cobijo, los fantasmas del silencio.
No tengo patrimonio, apegos ni posesiones.
Estoy en una banca, en un muy trise parque.
Conforme va oscureciendo, la gente se va a sus refugios
-Y digo refugios porque no sé si sean casas, hogares o simplemente un lugar donde dormir.
Algunos comen, otros duermen, algunos osados se ponen a platicar.
Yo no como, pues no tengo qué.
No duermo, pues no hay qué soñar.
No platico, porque aunque quiero, nadie me quiere escuchar.
No hay refugio, y respiro la intempestad.
Y así paso un día...
Dos...
Seis...
Y ya perdí la cuenta.
Sólo estoy
Solo estoy
En un absurdo y en un vacío que no me puedo explicar
Es una atmósfera que me aturde
Que me aisla de lo demás
Que me altera pero me dopa
Dejándome en inutilidad
Para vivir, para moverme,
Para dejar de respirar.
Encerrado, atormentado
aún viviendo en libertad
Lo único que deseo
es, en esta noche, poder volar.
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1 comentario:
Vaya... como siempre me sorprendes con esa habilidad tuya,de llevarme a ver desde tus ojos con diferente perspectiva... me encanta tu manera de escribir sabes?? en fin jajaja me agrado bastante esa forma de ir desglosando paso a paso tus emociones... y sip creo que... que... también me encantaría volar...
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